Quid pro Quo

J. Sabina "Contigo"

La vida para Julio no será como antes. El accidente le ha provocado daños neurológicos que van a precisar de cambios muy drásticos en su costumbre. El equilibrio y la coordinación de movimientos se han quedado afectados notablemente. Puede caminar pero lo hace de manera torpe, tropezándose con frecuencia, y para vestirse necesitará ayuda con los botones de la camisa. Para hacer la existencia más fácil, ha cambiado el estilo de vestir y, de las camisas con cuello y botones, se ha acostumbrado a llevar camisetas o sueters con manga larga en invierno o polos y prendas de corto en verano.

Y en cuanto a pantalones, lo más cómodo es llevarlos con cintura de elástico, que se adapta perfectamente al contorno y es más práctico para alguien que ya no tiene mucha destreza con los dedos para desabotonarse, incluso bajarse la cremallera. Algo que Julio ve como un gran invento cuando tiene que ir al baño y a veces no llega a tiempo de hacer sus necesidades en la forma correcta.

Amanda a pesar de su apariencia de mujer dura e imperturbable es capaz de darse a sus seres queridos de forma abnegada si llegara el caso. Ya lo ha demostrado en otras ocasiones en su vida. Por eso, comprendió que aquella situación requería de su capacidad de entrega a la tarea, por muy penosa que pudiera ser.Julio es el que no quiere someterse a los dictados de Amanda y sin embargo la necesita. Se siente ofendido y no entiende a que viene esa disposición de la mujer que no hace tanto tiempo le rehuía. 

Conoce a su compañera y sabe de sus cualidades para afrontar los malos momentos, pero al mismo tiempo debe afrontar su carácter cambiante que la puede llevar del entusiasmo al pesimismo y de ahí a discusiones por la más mínima contradicción. Aunque comprende su nueva situación pero quiere ser él quien decida a quien muestre su vulnerabilidad. No es orgullo. Lo hace por dignidad. 

Todas estas adaptaciones han corrido a cuenta de su compañera Amanda  estuvo presente cuando los especialistas dieron el diagnóstico y explicaron la nueva realidad. En ese momento asumió su papel de persona que ayudaría a la adaptación de las nuevas condiciones que Julio habría de asumir.

- Tienes que dejarte ayudar y quiero estar a tu lado. Después de todo sigo unida a ti, en la salud y en la enfermedad, ya sabes- dice Amanda con sorna

-Me enseñaste una vez que no hay que mostrar las heridas para que los lobos no caigan sobre ti y te devoren. No quiero que te quedes junto a mí.

Julio sabe que lo que acaba de decir suena duro, y sería devastador para cualquiera, pero ese tono es familiar para Amanda. Es una sentencia que lleva la esencia que ella ha usado muchas veces para sus discusiones, sabiendo que a Julio lo deja en fuera de juego porque él no sabe ser tan contundente. Con Julio puede haber más espacio para el entendimiento y la conciliación. Pero esta vez ha imitado el tono de su esposa.

Pero Amanda ya ha planificado, sin la participación de Julio ni su entorno, como podrá compatibilizar su trabajo con la dedicación a su marido. No quiere abandonar su trayectoria profesional y procurará por todos los medios el que puedan convivir la responsabilidad laboral con la dedicación a la persona que un día se desvivió por ella.