Cara a Cara

Desde que supo de la separación de Julio y Amanda, la periodista se sintió confusa al principio, pero luego comprendió que la naturaleza de su descubrimiento tenía mucho calado. De una parte, había removido y rescatado del pasado la vida de quien quiso sentirse una persona coherente con su cuerpo; y sin embargo, no se sinceró con su entorno porque sabía que no podía reafirmarse sin sufrir la exclusión que ya había vivido en la infancia. Aún así tenía el derecho a ser una persona completa, a vivirse tal y como era su forma de sentir y eso sólo al individuo interesado le incumbe y está en el derecho de no dar explicaciones.

Y de otro lado, estaba la situación de Marta que se podía ver obligada a dejar su profesión por las consecuencias jurídicas consiguientes por haber atentado de forma grave contra el derecho a la intimidad personal, al honor y a la propia imagen: un derecho especialmente protegido y que los profesionales de la información deben de cuidar con especial esmero.

Esto, además, mancharía su nombre propio que quedaría marcado entre los compañeros del gremio y las empresas de comunicación por la falta de escrúpulos.

Sin embargo, lo que más le conmovió fueron las implicaciones personales y emocionales a consecuencia de la ruptura del matrimonio de su compañera y amiga. Fue testigo de cómo Amanda se tornó en una persona desconfiada, huidiza, borrándose su cálida sonrisa desde que ocurriera ese desconcertante descubrimiento; sonrisa que únicamente mostraba a su audiencia con su presencia delante de la cámara. Temporalmente, se apartó de la vida profesional y social. Marta se enteró algo más tarde de la marcha de Julio, que había dejado el país, y eso le provocó una gran desolación.

Ahora, Amanda está muy sorprendida de ver a Julio. Nadie le había dicho que había retornado de su viaje al extranjero. La última vez que supo de él fue por las imágenes de una noticia en un periódico sobre la cooperación internacional en campamentos de refugiados.

-No sabía que estabas aquí, trabajando de nuevo…- Amanda decide romper el momento de tensión conteniendo a su vez su emoción. Está bastante impresionada por reencontrarse con Julio al que no ve desde 2004, hace ya 4 años. Ella mira con asombro a su marido que apenas ha cambiado de aspecto.

Julio examina del mismo modo a Amanda, con detenimiento. Ella sí ha cambiado su color de pelo y ahora viste con un atuendo algo más distinguido, con pendientes más destacados. Cuando vivían juntos se adornaba con complementos muy discretos. Podría ser que estuviera dispuesta a rehacer su vida si no lo habría hecho ya.

- ¿cómo estás?-pregunta Julio mirando a Amanda y a la vez a Marta que ahora parece haber ganado color en las mejillas y tiene mejor aspecto.

- Bien. Siento que no me salga algo más emotivo. Esto es inesperado, lo siento…

- Lo mismo me pasa a mí…- confiesa Julio.

Marta está recostada contra el cabecero de la cama con la almohada que ella se ha encargado de colocar para descansar la espalda. Todo lo ha urdido con sus llamadas y ahora quiere que sea el momento de reconciliar y reconstruir las relaciones dañadas. Este sería el deseo que, si estuviera delante de su pastel de cumpleaños, pediría antes de apagar las velas; ahora debe emplear las energías que le queden para que ese deseo se haga realidad.

- Por favor, sentaos aquí junto a mí. Quiero deciros que me hace muy feliz el volver a veros juntos. Para mí es un regalo de cumpleaños, el mejor que me puedan hacer: Reconciliarnos los tres.

- No me gusta esta escena- se queja Amanda con tono grave.- Yo he venido a verte porque según me dijiste estabas muy enferma. Te he visto y te deseo que te recuperes. Ahora me voy.

- No seas tan dura. – regaña Marta a su amiga- ¿Por qué te sientes tan incómoda? ¿no estamos a caso entre amigos?

- No me gusta que me acorralen. ¡Sabes de sobra lo que me molesta! Además no tengo que explicar nada. Sabemos los presentes de que estamos hablando, ¿verdad? –responde molesta Amanda mirando a Julio.-Te callaste durante tanto tiempo tu condición sexual. ¿Te divertiste manoseando mis tetas? Toda la vida compartiendo mi cuerpo con un…Cómo es posible que no pudieras decirme que eras una mujer ¿no pensante que algún día se pudiera enterar más gente y ponerme en boca de todo el mundo?

- Alguna vez lo he pensado. Aunque confiaba en que no se supiera nunca porque creo en el respeto a la intimidad de las personas. ¿Pero es que acaso hacía falta identificarme? Como si hubiera cometido un crimen tengo que mostrar la marca de nacimiento. Esto ya lo hablamos hace años antes de que me marchara y sigues acusándome no sé de qué. Mi identidad está consolidada. ¿Acaso sospechaste, alguien sospechó, alguna vez, en más de 20 años, que fuera otra cosa que lo que ves? Me sentiste a través de mis besos, de las caricias y no me rechazaste entonces. Yo te quise sinceramente, de corazón desde lo más profundo de mi ser como hombre, que es lo que soy. Te mostré todo lo que era mi vida: mis experiencias, mi familia, mis sentimientos, deseos, miedos… todo cierto… y a ti lo que te preocupa son las apariencias, la envoltura.

- Tengo una imagen pública. –replica Amanda- Sabes lo que podría perder si esto hubiera llegado a conocimiento público.

- Yo te hubiera cubierto las espaldas. - declara Julio- Al fin y al cabo el objeto de morbo sería yo. Pero te entiendo: tú caerías conmigo porque no todo el mundo se entretiene en discernir quien es víctima y quien es verdugo. Ni que sienten las personas que viven una situación traumática. Cuando el problema es de otro, lo fácil es juzgar, es señalar.

- Finalmente Marta pudo solucionarlo, nos libró de un escándalo. Sacrificó su trabajo por salvar la integridad de los dos.

- Y yo se lo agradecí y se lo repito de nuevo, en este momento. El escándalo no se produjo. ¿Pero qué hay de nosotros? Creo que he sido discreto en todo momento menos cuando he demostrado mi pasión por ti. Ahí no escatimé en muestras de amor y me mostré sinceramente. Eso que ganaste, ¿o no? Y a ti lo que te preocupa es una cuestión de apariencias, de envoltura. ¿notaste en algún momento en mí algo que te provocara la repulsión que sientes ahora?

- Me engañaste. No tuviste la valentía de decirme que antes fuiste una mujer…

- Escúchate- interrumpe Julio- se te entrecorta la voz porque de haberlo sabido no te habrías enamorado de mí. Está bien cuando forma parte de una noticia, algo exótico, ajena a tu vida, ¿verdad? Lo hubieras aceptado por humanidad y lo defenderías, ¿verdad?, pero es distinto cuando te has dado cuenta que has convivido con alguien que ha experimentado esa evolución. Y ahora te pregunto: con todo lo que hemos vivido juntos, ¿Te has olvidado de golpe de todo lo que nos ha unido, de todo lo que hemos sentido? Creo que te he aportado cosas buenas ¿No has pensado que esto es lo que necesitabas en tu vida aburrida y cuadriculada, un punto discordante? ¿No pudiera ser que, además, lo que te atrajera de mí fuera esa parte femenina? ¿acaso no hemos formado una unión en la que compensábamos cosas el uno del otro?

- No quiero continuar con esto. Te fuiste y no tenías que haberme visto hoy ni yo a ti.

- ¿No vas a decirme al menos qué es lo que sientes? Porque ahora mismo me tiembla la voz y siento un dolor en el pecho... ¿Te has olvidado de los momentos de complicidad que compartimos?

- Por favor, cállate. No estropees más las cosas. He dicho que no quiero saber más. No estamos en el sitio apropiado y el tiempo ya se pasó. Te marchaste y yo me quedé con la confusión y la desilusión. Te llevaste momentos muy excitantes y eso es lo que te queda…

- También me llevé tus temores, tus silencios. Me enseñaste a luchar, a tener paciencia, infinita paciencia. Te consolé cuando nadie era capaz de hacerlo.

- Por favor, no sigas.- interrumpe Amanda con la voz entrecortada.

- Yo también sufrí la confusión y el tormento por tu frialdad en los primeros años que estuvimos casados. Eso fue muy duro y no tuviste la consideración de decirme que te preocupaba…-le reprocha Julio.

- ¡Basta!- estalla Amanda- ¿Qué te propones?¿quieres lavar tu conciencia acusándome de hipócrita?

Marta permanece en silencio, impresionada por la escena e intrigada por la reacción de Amanda ante las palabras de reproche que Julio ha dejado en suspenso. A Amanda hay pocas cosas que la estremezcan. Tiene fama de persona equilibrada, casi imperturbable; muy apreciada en su trabajo por su constancia e imparcialidad. No da la impresión de ser tan sensible, y sin embargo, Julio ha descubierto una faceta de ella que Marta no había visto antes. Se sabe que en los años de convivencia estrecha surgen momentos de revelaciones íntimas que sólo se producen en un ambiente de complicidad, de confianza. Esto excita la curiosidad de Marta porque intuye que de este tenso diálogo no es sólo Julio el que debe expiar alguna culpa.

El médico mira nervioso el reloj y decide poner fin a la polémica buscando refugio en su trabajo en el hospital, del que lleva ausente demasiado tiempo. Amanda se ha ido sintiendo incómoda por momentos y ha ido ganando en tensión nerviosa. No ha querido aceptar la invitación de Marta para tomarse alguna bebida caliente antes de abandonar el hospital y se marcha con paso brioso. Se despide con un apretón de manos y se quita la mascarilla que cubre su cara y la tira en un cubo de basura al salir del sanatorio.

Marta permanece toda la tarde meditando sobre los argumentos que se han lanzado la pareja y ya casi ha abandonado la idea de que se pueda recomponer la relación. Suspira. Sólo piensa que le queda prepararse para bien-morir porque las fuerzas ya le faltan. Se queda tranquila porque ha escuchado como Julio la ha perdonado y Amanda en su despedida no ha sido demasiado fría; hoy ha sido un día agridulce que, a pesar de todo, le ha reportado algo de paz.

Al menos ha intentado construir puentes que permitieran acercar a dos vidas que se buscan y se necesitan, aunque no lo reconozcan.